A la mañana siguiente, Mamá me invitó a bajar, pero yo estaba algo insegura. Sentí a Sombra y no quise ni asomarme por las rejas del balcón. Miraba a Mamá buscando su apoyo. Ella insistía en ser valiente y se sentó en la escalera a observar el paisaje. Empezó a desyerbar las plantitas que crecen en los aleros y esquinas del balcón. De pronto, oí la voz de un gnomo pidiendo ayuda. ¡Mamá estaba arrancándole su vivienda! Ya había arrancado cinco plantitas de un sólo golpe cuando la miré molesta y asustada a sus ojos.

Ella, al verme, me sobó por el cuello. ¡Me fascina que lo haga! Yo le seguía pidiendo mimos a Mamá para distraerla. Con el rabito del ojo, le hice señas al gnomo, dándole tiempo para que pudiese treparse en un arbusto de tréboles que crecía en la orilla del alero. Mamá, en ese instante captó el movimiento de ese trébol.
¬¡Wow! -exclamó al darse cuenta del diminuto arbusto.

¬Los tréboles traen suerte -me dijo.
Lo estuvo observando con detenimiento, pero nunca vio al gnomo. Yo observaba a mamá. Cuando vi que ella dejó de arrancar las plantitas que crecen cerca de la escalera, me fui hacia el interior del balcón.

¬¡Uff, qué bueno! Pensé. Ya los gnomos viven contentos. Los gnomos siempre nos cuidan en este pedacito de paraíso, aunque Mamá no los vea. Los gnomos son quienes traen la suerte.

Se publican todos los miércoles a las 3pm en esté blog. ¡Suscríbete para que seas el primero en leerlas! Lectura ideal para niños de 6 años en adelante. También los padres pueden leerla a niños más pequeños. Cuento e ilustraciones por Kathia Alsina Miranda. Edición del texto por Dra. Carmen Minerva Ramos