Escritora para niños todos los miércoles, podrás disfrutar de lecturas en su blog. Ideales para niños de 7 años en adelante. Promotora de Lectura y autora de varios títulos que promueven manejo de emociones e identidad del yo.
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A la mañana siguiente, Mamá me invitó a bajar, pero yo estaba algo insegura. Sentí a Sombra y no quise ni asomarme por las rejas del balcón. Miraba a Mamá buscando su apoyo. Ella insistía en ser valiente y se sentó en la escalera a observar el paisaje. Empezó a desyerbar las plantitas que crecen en los aleros y esquinas del balcón. De pronto, oí la voz de un gnomo pidiendo ayuda. ¡Mamá estaba arrancándole su vivienda! Ya había arrancado cinco plantitas de un sólo golpe cuando la miré molesta y asustada a sus ojos.
Ella, al verme, me sobó por el cuello. ¡Me fascina que lo haga! Yo le seguía pidiendo mimos a Mamá para distraerla. Con el rabito del ojo, le hice señas al gnomo, dándole tiempo para que pudiese treparse en un arbusto de tréboles que crecía en la orilla del alero. Mamá, en ese instante captó el movimiento de ese trébol.
¬¡Wow! -exclamó al darse cuenta del diminuto arbusto.
¬Los tréboles traen suerte -me dijo.
Lo estuvo observando con detenimiento, pero nunca vio al gnomo. Yo observaba a mamá. Cuando vi que ella dejó de arrancar las plantitas que crecen cerca de la escalera, me fui hacia el interior del balcón.
¬¡Uff, qué bueno! Pensé. Ya los gnomos viven contentos. Los gnomos siempre nos cuidan en este pedacito de paraíso, aunque Mamá no los vea. Los gnomos son quienes traen la suerte.
Se publican todos los miércoles a las 3pm en esté blog. ¡Suscríbete para que seas el primero en leerlas! Lectura ideal para niños de 6 años en adelante. También los padres pueden leerla a niños más pequeños. Cuento e ilustraciones por Kathia Alsina Miranda. Edición del texto por Dra. Carmen Minerva Ramos
Yo había cogido confianza y estaba jugando solita en el jardín cuando vi a Don. Él es como uno de los cuadros que pinta Mamá. Está salpicado de pintura por todos lados, solo que él usa espejuelos. De pronto, vi acercarse a Sombra. ¡Me dio terror! Corrí y cuando alcancé a ver a mamá, observé que ella también tenía miedo. Sin embargo, en vez de demostrarle el miedo que Sombra le causaba, Mamá, valientemente, lo entretuvo alejándolo de mí. Yo me escondí entre las flores del jardín. Allí estuve aterrada e inmóvil viendo lo que Mamá hacía.
Sombra se sintió atacado por Mamá y se fue a contarle lo ocurrido, a modo de chisme, a Don. Sombra era peligroso. Don lo sabía, por eso lo escuchaba y le seguía la corriente sin irle de frente. Yo observé, con cautela, cada movimiento de lo que sucedía hasta que vi la oportunidad de pasar como un celaje entre Sombra, Don y Mamá.
Ya en el balcón del apartamento, me sentí más segura, pero ni me acerqué a las rejas para no volver a ver a Sombra. Escuché los pasos de Mamá al subir por las escaleras y una vez sentí que cerraba la reja con llave, mi corazón bombeó con armonía. Mamá me felicitó y me dijo:
¬Él es peligroso, refiriéndose a Sombra, pero Dios nos protege todo el tiempo.
Así, Mamá aguantó dos meses en aquel lugar, aunque tuviese miedo de que nos pasará algo.
Historia 6: miedo + fortaleza = valentía
Mamá es valiente. Nadie sabe lo mucho que aguanta. Ella sabe sobrellevar el dolor, el miedo y es capaz de enfrentar a personas peligrosas con tal de proteger a los más vulnerables. Ojalá Belita y mis tíos puedan ver algún día lo valiente, fuerte y dulce que es Mamá. Ellos sólo ven cuando ella se quiebra. Sin embargo, yo sé que cuando eso ocurre es porque lleva un gran peso sobre sus hombros. Un peso que es tan grande como un árbol gigante. Gracias, mamá por tu fortaleza. Eres capaz de superar el dolor, el miedo y enfrentar el peligro para cuidar de mí.
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Durante mi gestación, el Gran Creador me llamó por mi nombre y me dijo que yo iba a tener una misión muy especial. Me advirtió que tenía que ser fuerte y, a la vez, delicada. También me dijo que, cuando naciera y abriera mis ojitos, iba a conocer a una bella y dulce mujer que Él también había creado. Esa mujer, en los momentos de mi gestación, estaba pasando por un dolor muy intenso. Yo nací unas semanas luego de aquella conversación. Bioma me limpió y me amamantó mis primeros días. Bioma es mi mamita biológica. Biopa fue el gato macho que donó la esperma para fertilizar el óvulo de Bioma y permitir que, de esa manera, yo saliera de una célula. Así fue como mi embrión vio la Luz de la Fuente.
Al nacer, lo primero que escuché fue la voz de mi Mamá humana. Ella era la única que podía acercarse a mis hermanitos y a mí cuando nacimos. Bioma no dejaba acercarse a nadie más. Mucho menos a Scuat, un perro “pitbull” grande y torpe, que compartía la casa donde nací. Días después, cuando abría mis ojos, me vi en los brazos de ella: ¡Mamá! Era la mujer de la que me habló el Gran Creador. Tenía la misma luz que Él en sus ojos. Me llamó por mi nombre: AIANNA, el mismo nombre que había pronunciado Él. Aún recuerdo la primera vez que escuché mi nombre en la dulce voz de Mamá. Esa voz la atesoro en mi corazón. El aroma y la sencillez de Mamá me arropan cada día.
Mamá compartía conmigo cada vez más. Al pasar un tiempo, sólo quedamos en la casa Scuat, Bioma y yo. Cuando me llegó la hora de conocer a Scuat, Mamá ya me había estado preparando y fortaleciendo para que no tuviese miedo. Scuat me olfateó toda la primera vez. Me hizo cosquillas su olfateo. Scuat y Bioma fueron los que ayudaron a Mamá en sus noches más oscuras y tristes, cuando yo aún no había nacido. Ahora soy yo quien cuido de Mamá todo el tiempo y me gusta pintar con ella.
-¡Mamá, siempre te guiaré! – exclamó Aianna ronroneándole una noche en la que la observaba pintar.
Han pasado unos años desde aquel día en que vi a Mamá por primera vez. Todo este tiempo, ella se ha estado preparando y ya está lista para dar el gran salto de fe que el Gran Creador diseñó para ella. Yo estaré a su lado porque entiendo que esa es la misión que Él me encomendó.
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